Un día no como todos

Hoy de esos días extraños, en donde siente uno de todo un poco, alegría, nostalgía, emoción, soledad, tristeza, desconsuelo, hambre y por último ganas de escribir.

Ese grito de dolor infinito lo sentí hasta mis entrañas, las ganas de comer se me fuerón con el eco que prolongó esa voz tan fuerte, tenía que estar presente para escucharlo, no entiendo aún como pudo haber pasado.

A veces no quiero ser tan gráfica y esta no es la escepción, que dentro de mi esta la sensación confusa y retumba en mi cabeza el recuerdo del «monito», que nos acompañó tantas noches dejandose reposar en el tapete de la entrada de mi casa, vigilante, somnoliento, consolador de penas en días de invierno y primavera.

No sentía sus pasos al llegar, siempre estaba a la espera de un bocado, a la espera de un cariño, del agua fresca, venía a mojar su naricita y a acicalarse, a sentirse a salvo, estoy segura que nos sentía como su hogar de ratos y de paso, aquí siempre encontraba bienvenidas con deliciosos pedazos de pescado fresco o atún o simplemente se le proveía de su porción diaria de alimento para que estuviese fuerte y vigoroso.

Dueño del espacio que compartía con Ashta, su compañera a la que visitaba sin falta, ella también ansiosa lo esperaba, saludos de trompa y horas a su lado hechados juntos uno al lado del otro, nos enseñaban todos los días la sabia rutina de sus miradas, del reconocimiento de sus olores y la meditación consciente.

Con el corazón arrugado, lo auxilié, estaba malherido, lo lleve hasta mi casa, «monito» estaba agonizante y mi aliento casi desmoronado, mi voz casi ni salia: «schii…schiii monito, be quiet, tranquilo, aquí estoy…», esperanzada de que todavía podía escucharme, sintiendo que en esos minutos después de su caida fulminante, había alguién allí y era esta humana a la que muchas veces le habló con vocesita noble, a la que hizo reir y enternecer con gestos que solo un gato callejero puede tener.

Se nos fué «monito» y en el tejado también puedo escuchar el llanto de otra gata de su manada, la que también lo acompañó en su despedida, ella solo miraba con respeto, dejó que lo analizara y lo consolara. Ashta también vacilante, aún mira por la ventana, no se si será que aún lo espera, no se si será que tal vez lo empieza a extrañar.
Hoy más que nunca siento aún más respeto por esta especie felina que siempre mueve tantas cosas dentro de mi.

Siendo este el segundo gato que muere en mis brazos en Egipto, ahora que lo pienso también creo sentir que una de las razones por las cuales he venido a parar a esta tierra es por lo menos para poder aliviar la muerte de los solitarios gatos baladis.

«Monito, estas en mi corazón siempre, gracias por calmar a Ashta en días de calor, gracias por permitir consolarte en tu despedida.»

MiNiMaL.

AROMA EN LAS VENAS

Catando_Café
Parece que esta foto no tiene nada de especial, es tan común y corriente tomada con mi celular de segunda generación, pero todavía me permite capturar literalmente esos momentos que cuando tomo una foto se que es por que debo obligatoriamente recordar.

Hoy fué uno de esos casos, cuando pase por esa tiendita de Café, hacía tanto tiempo que no me tomaba un tinto, sentí ese olorcito tan parecido a mi Cafecito Colombiano que no dude ni un segundo en parar y pedir uno, esperanzada que tuviera alguna clase de café de mi país, le pregunté si tenía café Colombiano, él asentó la cabeza y sonrió, por supuesto la felicidad saltó a mis ojos y pedí mi café, aquí los preparan expresso en las maquinitas de Café o al método Turco que también es muy rico pero sigo prefiriendo el método de la maquinita, simplemente lo pedí, le pregunté al señor que si era «Colombian Coffe» de nuevo, él aseguró que si, le volví a decir que «sin mezclas» «Please, Colombian PURE Coffe mashi», volvió a sonreir, me pareció tan simpático que hasta lo quería besar (JE! Es broma).

Minutos después nos traé el café a la mesa, super caliente, a ellos les fascina la bebidas para pelar paladar, yo siempre las dejo enfriar un poco, pero inmediatamente sentí el aroma, lo acerque a mi nariz y… NO me olió a Café puro Colombiano, NO…No, estaba segura que no era puro, que simplicidad con la que miré el café, un poco descepcionada la verdad, pero por un momento pense que estaría equivocada, pero NO…en ese momento me dí cuenta que de verdad es bien difícil capturar el aroma puro del café, por que es increible como ese olor tan particular tiene sus diferencias.

Entonces respiré, lamenté no tener mi cafecito puro como lo soñaba y le dijé al Señor, «Yo soy Colombiana y se que este café no es puro», efectivamente el respondió con pena que el café era una mezcla de Brasilero, Colombiano y Árabe y entonces estaba tan orgullosa de haber podido diferenciar entre tanto olor a café que ese aroma inconfundible estaba muy lejos de ser Colombiano y entonces tuve esa sansación de «experta» que le da a uno a veces y casi que me negué a tomarme el café con cierta «ira» interna, pero al final sentí la felicidad de haber encontrado una parte de mi que no conocía, ya erá entonces una CATADORA  DE CAFÉ COLOMBIANO EN EGIPTO y pues terminé tomandome el Cafecito al estilo Turco que me supo amargo aunque le hubiera puesto 3 cucharaditas de azucar.

«Next time» le dije al vendedor y seguramente no habrá una segunda vez, pues no creo que vuelva a esa tiendita, me pondré en la tarea de buscar otra.

Saludos
MiNiMaL

Paisaje Valluno

Me invitaron a dar un paseo por las zona montañosa, al que en un principio por estar un poco cansada no me sentí tan emocionada con la idea, pero despues de caminar 5 minutos desde la casa protectora, nunca hubiera imaginado que al volterar la curva mis ojos se encontrarçian con este momento de belleza, sentí y pense que no importaba si hubieran sido más de 5 ó 10 ó 15 ó 30 minutos, cualquier tiempo habría valido la pena para disfrutar este paisaje.

paisaje valluno